La noche de las medusas
de Jacinto Rey
Madrid, 1969. Serafín Leal y su amante recordarán la noche de la llegada del hombre a la luna... por un motivo que hubieran preferido evitar. Una tras otra, las mujeres importantes en la vida de Serafín Leal se hallarán en peligro por un secreto atesorado durante varias décadas. El detective privado encargado del caso descubrirá que su cliente esconde un pasado oscuro y que se encuentra en marcha una venganza de consecuencias imprevisibles. ¿Qué ocurrió durante la noche de las medusas? ¿Hasta dónde llegará la espiral de violencia y venganza?
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No había leído nada de Jacinto Rey, aunque sí había escuchado hablar de su anterior novela (Dile a Marie que la quiero), que siempre me pintaban muy muy bien pero que nunca me decidí a leer. También, podría decir — una vez más — que no me gusta la novela negra, policiaca o thriller (como queráis llamarla), pero eso ya no se lo cree nadie. ¿Os habéis dado cuenta de que la mayoría de libros que leo últimamente son de ese género? Siempre os digo que no es mi favorito y que no me considero, para nada, una experta en la materia, pero, a base de ensayo y error, me da que al final voy a convertirme en una especie de erudita.
El caso es que, cuando me ofrecieron leer lo nuevo de Jacinto Rey (su séptimo libro, La noche de las medusas) no me lo pensé mucho (a pesar de que no hubiera catado nada suyo con anterioridad). «¿Hasta dónde puede llevarte la venganza?» o «Un thriller lleno de acción, intriga y giros inesperados, cuya cuidada ambientación nos traslada al Madrid y al Tánger de finales de los años sesenta» eran algunos de los argumentos con los que se vendía esta novela, y, todo sea dicho, me pareció bastante original. Así que empecé a leer…
¿Pero de qué va La noche de las medusas? Bueno, es complicado explicarlo, al menos sin desvelar nada. Digamos que se trata de una novela que se mueve en el pasado y en el presente, en torno a un secreto que afecta a la vida de los personajes que desfilan a lo largo de ella. La historia de misterio-suspense-thriller no está del todo mal (luego profundizaré un poco más en ello), aunque, a mi modo de ver, la novela te gana por tres factores: la manera amable y sosegada de escribir de Jacinto Rey; la ambientación, tanto del Madrid como del Tánger de finales de los años sesenta; y la propia distribución de la novela, que hace que difícilmente puedas parar de leer.
Me ha gustado mucho, además de su forma de escribir, cómo el autor sitúa la trama en escenarios tan dispares como Madrid o Tánger. También, que se decante por una época como la de finales de los sesenta y que lo ubique todo alrededor de la llegada del hombre a la Luna. Esto, aunque finalmente se queda un poco descolgado, me ha recordado mucho a uno de mis libros favoritos: El palacio de la luna de Paul Auster.
También es muy reseñable, como os decía, la manera en que nos engatusa Jacinto Rey con su narración. Aunque, en cierto modo, la novela es algo previsible, también es verdad que engancha como un demonio. No sé si es por la disposición de los capítulos o por los cliffhanger con los que estos finalizan: el caso es que no puedes parar de leer, y eso, unido a la brevedad de la novela, hace que te la termines en cuestión de horas.
Sin embargo, aunque está más que claro que La noche de las medusas cuenta con aspectos muy destacables (entre ellos el propio título), lo cierto es que también cuenta con otros que me han chirriado bastante. Por un lado, los personajes: muy maniqueos, a mi modo de ver. Por lo general, son muy buenos o muy malos, no son redondos, tienen poca hondura… aunque, eso sí, son tremendamente plásticos. Es decir, quedan genial en el libro, son exquisitos o tremendamente aberrantes, pero no transmiten, no parecen reales.
Por otra parte, no me ha gustado el final. Esto no es que sea muy novedoso — conocéis mi historial con los finales —, sin embargo sí que lo es en relación a esta novela. Por lo que he podido leer por ahí, la mayoría de las personas que han tenido la oportunidad de leer La noche de las medusas ha destacado el final como lo mejor de la novela. Para no variar, parece que soy la única que discrepo.
Como ya os he comentado más arriba, la historia resulta algo previsible. No es que sepas desde la primera página qué va a pasar — en honor a la verdad no descubres cómo es exactamente todo hasta el final — pero sí que durante toda la novela sabes más o menos por donde van los tiros. Y sí, al final termina como esperabas y, bueno, tampoco está demasiado mal, dicho sea de paso.
El problema es la vuelta de tuerca que el autor imprime en los últimos compases de la novela, más allá del supuesto final. A muchas personas este giro argumental les ha llevado casi al orgasmo — de ahí la buenas críticas — a mí me ha espantado hasta el colapso. Ocurre algo parecido a lo que sucedía en La pareja de al lado de Shari Lapena y su final sorprendente (no para mí); de esos que te dejan con las patas colgando.
Me encantan los giros argumentales — os prometo que es así — pero siempre y cuando estén justificados, sobre todo si es un giro que cierra una novela. Tirar una bomba de humo (o sacarse un conejo de la chistera) justo antes de que se baje el telón puede quedar terriblemente espectacular, pero lo cierto es que no todo vale. No os podría contar el cuento de Blancanieves para terminar diciendo que, en realidad, todo fue un plan urdido por la propia princesa para hacerse con el control del reino y que, en realidad, la madrastra era su propia madre y la quería. Primero, porque os sonaría a rollo macabeo, y, segundo, porque habría tenido que justificarlo, de alguna manera, a lo largo del cuento, ¿no?
A mi modo de ver, en La noche de las medusas, el autor podría haber prescindido totalmente de este giro final: no hacía falta, la novela habría quedado bien sin él. Sí, que queda muy espectacular, pero está cogido con pinzas o, por lo menos, así lo veo yo.
En fin… A pesar del final, debo reconocer que la lectura de la Noche de las medusas me ha dejado buen sabor de boca. Quizás debería leerme Dile a Marie que la quiero, ¿me la recomendáis?
Escrito por El Ojo Lector
Soy El Ojo Lector y me encanta leer. Vivo en Sevilla (Andalucía, ES), con mi novio y mi chihuahua-pantera Panchito. Soy fanática de Los Beatles, me encantan los frijoles, el sushi, los macs, el Real Betis Balompié y las películas de Rocky. Desde 2008, leo y reseño en la sombra. Recomiendo libros. No esperes críticas edulcoradas; no las encontrarás, para bien o para mejor :)