Sin duda, uno de los mayores alicientes de En la Isla de Tracey Garvis Graves es la forma en que te atrapa. La manera en que te absorbe. No puedes dejar de leer. El libro no es excesivamente largo, pero no se puede leer de una sentada. Hay que parar, sólo que cuesta muchísimo dejarlo aparcado. La narración, además, se divide entre el punto de vista de cada protagonista por lo que el enganche es mayor. Cada capítulo parte del punto de vista de uno de ellos. Son, también, bastante cortos, por lo que, desde el principio, el ritmo de lectura va cuesta abajo y sin frenos.