Después de las últimas experiencias con las novelas de Elísabet Benavent — y con las de mis autores favoritos en general— tengo que admitir que empecé Mi isla con miedo. Con miedo y muchas ganas. Aunque siempre os he dicho que no había perdido la esperanza con @betacoqueta y que estaban por venir — seguro — mejores novelas que las últimas, en el fondo, soy tan pesimista que pensaba que, irremediablemente, mi idilio con ella se había ido totalmente al garete. Ya me pasó, en cierto modo, con las novelas de mi idolatrada Marian Keyes. Quizás os suene un tanto extremo, pero tenía medio decidido que, si no me gustaba Mi isla, era muy probable que me diera un respiro con el resto de sus libros. Como en las historias de amor, a veces, es mejor terminarlas antes de que todo se vuelva feo. ¡Quedemosnos con lo mejor, no!?