El día que dejó de nevar en Alaska
de Alice Kellen
Heather cree que solo hay tres cosas que sabe hacer: atraer problemas, salir huyendo y correr. Así es como termina en Alaska, en un pequeño pueblo perdido, trabajando de camarera mientras intenta llevar una vida nueva y tranquila. Su único problema es que uno de los dueños del restaurante parece odiarla y que ella nunca antes ha conocido a nadie que despierte tanto su curiosidad. Nilak es reservado, frío y distante, pero Heather puede ver a través de todas las capas tras las que se esconde y sabe que en ocasiones hay recuerdos que pesan demasiado; como los de sus propios errores, esos que intenta dejar atrás. Pero, a veces, la vida te da una segunda oportunidad. La nieve empieza a derretirse. Y todo encaja.
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Desde que terminé Sigue lloviendo, tenía como una especie de asignatura pendiente eso de leer algún que otro libro de Alice Kellen. Como sabéis, a pesar de las buenas críticas que cosechó con aquel libro — y a pesar también de ser la autora de New Adult más leída en España — a mí, para variar, no me llegó a encajar. No me emocionó, aunque, la verdad sea dicha, me gustó bastante el planteamiento de la novela y la forma de escribir de la autora.
Por eso, cuando descubrí que había sacado nueva novela, El día que dejó de nevar en Alaska, y que las críticas, una vez más, eran inmejorables, decidí que había llegado el momento de darle una nueva oportunidad a Alice Kellen.
Como siempre, pensé que igual me encontraba con algo muy juvenil. Yo venía de leer Tú y yo. Nivel: principiante de J. S. Hooks, una novela que, como sabéis, me gustó muchísimo y que de juvenil tenía precisamente poco. Sin embargo, aunque los protagonistas de El día que dejó de nevar en Alaska son bastante jóvenes, no tienes la sensación de estar leyendo algo que te quede excesivamente lejano. Así que, por ese lado, bastante bien.
La historia, como habréis supuesto, se desarrolla en Alaska y, particularmente, es uno de los aspectos que más me ha agradado de la novela. Sin duda, debe ser una región fascinante, y, para qué negarlo, que en un libro aparezca la aurora boreal, tiene más o menos el mismo efecto en mí que el que salga un kilt, un stetson o un rockero malote: ¡me encanta! Es una de mis debilidades, qué le vamos a hacer.
Sin embargo, aunque empecé El día que dejó de nevar en Alaska con la sensación de que la novela despejaría mis dudas sobre Alice Keller — lo que básicamente viene siendo convertirla en mi autora de cabecera o abandonarla en un cajón oscuro —, lo cierto es que, tras acabarla, reconozco que no he llegado a decidirme. Si de Sigue lloviendo me gustó la originalidad de la historia y su estructura, en El día que dejó de nevar en Alaska he echado en falta precisamente aquello. Por otra parte, lo que me faltó en Sigue lloviendo — la emoción —, en esta novela, es algo que se derrocha a raudales. En fin, un cacao. Pero vayamos por parte…
Aunque, en Goodreads, una mayoría aplastante ponga a la novela por las nubes, la verdad es que, contemplando el asunto desde un punto de vista más o menos objetivo, Alice Kellen, en El día que dejó de nevar en Alaska, aborda un tema un poquito… ¿manido? Vale que la chica escribe bien y que el asunto de Alaska y todo lo que contaré más adelante mola bastante, pero novelas de este tipo hay a cascoporro (vamos, muchísimas, para las que no vivís en España). Y es que la historia del volver a empezar, de la mudanza a un pueblo donde no te conoce nadie, de la curación de las heridas con tan solo vivir con sencillez, de las almas rotas que gracias al amor se recuperan… se ha tocado hasta la saciedad en miles de libros. De hecho, creo que es una de las temáticas que más se repite a lo largo de la literatura en general (y en la romántica ni te cuento). Así, a bote pronto, se me ocurren: El aire que respira de Brittainy C. Cherry, Mar de invierno de Susanna Kearsley, La voz de Archer de Mia Sheridan, y más de una de Susan Elizabeth Phillips. Cambian el pueblo y los personajes, claro, pero, básicamente, es prácticamente la misma historia. Así que, por ese lado, me ha decepcionado un poco: esperaba un poco más de originalidad, la verdad, sobre todo después de leer Sigue lloviendo.
Sin embargo, no todo el monte es orégano. El día que dejó de nevar en Alaska me ha gustado mucho más que Sigue lloviendo, para qué negarlo, y es que, aunque no llega a ser un dramón, la historia me ha parecido bastante emotiva y bonita; la manera de escribir de Alice Kellen me sigue gustando; la historia de amor no está del todo mal; y, gracias a los astros, no he tenido problemas con el final.
No obstante, lo que más ha llamado mi atención, el motivo por el que esta novela tiene unas interesantes cuatro estrellas, se debe, básicamente, a la relación de amor alternativa que se desarrolla entre perro y ama. ¡Me ha encantado! Durante la mayor parte del tiempo que he pasado leyendo esta novela, he tenido a mi perro durmiendo en mi regazo (algo que, por otra parte, es bastante habitual). La protagonista, corredora de mushing, lo que, básicamente, es correr atada a tu perro, desarrolla una relación muy especial con un perrete bastante singular. Así que yo, que soy una flipada, a medida que iba leyendo, me imaginaba a mí misma, atada a mi perro, corriendo por la nieve con una sonrisa en la cara. Por supuesto rebosante de energía y aliento. Da lo mismo que mi perro sea un pobre chihuahua que no llega a los tres kilos y que sea incapaz de pegar más de dos carreras sin cansarse; da igual que mi perro tenga, aun así, más aguante que yo,… Yo me lo imaginaba y punto, y aunque sabéis que a veces soy más mala que el veneno, con este tipo de cosas, la patata se me funde… Me estoy haciendo mayor y ñoña… No sé si algún día volveré a despellejar una novela… Ainss, ¡quién me ha visto y quién me ve!
Escrito por El Ojo Lector
Soy El Ojo Lector y me encanta leer. Vivo en Sevilla (Andalucía, ES), con mi novio y mi chihuahua-pantera Panchito. Soy fanática de Los Beatles, me encantan los frijoles, el sushi, los macs, el Real Betis Balompié y las películas de Rocky. Desde 2008, leo y reseño en la sombra. Recomiendo libros. No esperes críticas edulcoradas; no las encontrarás, para bien o para mejor :)