Firmin
de Sam Savage
Nacido en el sótano de una librería en el Boston de los años 60, Firmin aprende a leer devorando las páginas de un libro. Pero una rata culta es una rata solitaria. Marginada por su familia, busca la amistad de su héroe, el librero, y de un escritor fracasado. A medida que Firmin perfecciona un hambre insaciable por los libros, su emoción y sus medios se vuelven humanos. Original, brillante y lleno de alegorías, Firmin derrocha humor y tristeza, encanto y añoranza por un mundo que entiende el poder redentor de la literatura, un mundo que se desvanece dejando atrás una rata con un alma creativa, una amistad excepcional y una librería desordenada.
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La lectura de este maravilloso libro (lo digo desde ya, ea!) se la debo al amigo Reparito, que me lo recomendó vía comentario, en este blog que ahora mismo leéis. Resulta que Reparito está haciendo un curso de literatura creativa en el que, a su vez, le instaron a la lectura del susodicho; me lo comentó, convenimos leerlo a la vez y, aunque él lo terminó hace algunos días, no fue hasta ayer cuando yo di por acabada mi lectura.
La vida está llena de casualidades y fue a, partir de la llegada de Firmin, cuando la presencia de la «rata» en mi vida fue equiparable a la de un perro o un gato. Últimamente todo tiene que ver con las ratas: mi compañera de trabajo tiene a una de ellas viviendo en su trastero, el amigo que se sienta a mi lado en el curro asesinó a una en su juventud (de manera cruenta), yo misma vivía atemorizada por una vecina que ronda los aparcamientos aledaños a mi oficina… y mientras tanto, también leía Firmin. A medida que pasaba el tiempo, menos me importaba encontrarme con una de ellas.
Como habréis podido imaginar, Firmin es una rata (sí, una rata, no un entrañable ratoncito, hamster u otro tipo de alimaña sin carisma alguno). Tiene aspecto de rata, cualidades de rata pero, sin embargo, no se puede decir que sea un miembro más de su especie. Firmin tiene la habilidad de leer, de pensar, de soñar y de creerse Fred Aster. Podríamos decir que es un hombre en el cuerpo de alimaña; una situación, sin duda, muy dificil de sopesar para un «individuo» de las características de Firmin. A medida que nos adentramos en la corta historia de su vida (pensemos que una rata noruega vive alrededor de 3 años) compartiremos sus alegrías, sus tristezas, melancolía y ensoñaciones. Al mismo tiempo, se nos caerá alguna que otra lagrimita ante su visión de la soledad, sus desengaños con el género humano, su incapacidad para comunicarse, la impotencia, la marginación…
Firmin es, sin duda, una novela diferente, sobre un tipo diferente. Totalmente recomendable, muy-muy-muy creativa e increiblemente entrañable, solo puedo añadir que hay que leerla. Después de adentrarte en este libro, verás a las ratas de manera muy difente.
Escrito por El Ojo Lector