Trilogía El veneno que nos separa
de

Supongo que cuando decidí leer la Trilogía El veneno que nos separa de Irene Hall, lo hice porque pensaba que me encontraría algo del estilo de Benavent. Los comentarios acerca de los libros eran realmente buenos y pensé que, después de todo el material de dudosa calidad que rula por ahí, si la gente los ponía por las nubes, deberían ser algo mínimamente potable. Lo que todavía no tengo muy claro es por qué seguí leyéndolos. Os puedo asegurar que hay libros mucho mejores que he mandado directamente al ostracismo. Supongo que me parecieron tan horrorosos que me hacía cierta gracia todo y, mientras me lo pasaba pipa, totalmente espantada con lo que leía, me imaginaba escribiendo esta reseña con cierta mala uva. (jijiji)

El Affaire Blackstone
de

Como os he comentado en muchas ocasiones, soy un poco mojigata. Es decir, fui a un colegio de monjas, y lo cierto es que sacaba mis mejores notas en una asignatura muy importante llamada religión. Por eso, me escandalicé totalmente cuando leí Cincuenta sombras de Grey. No obstante, supongo que tendré mi punto guarrindongo, por que la verdad es que me fascinó. Yo nunca había leído un libro de ese estilo. No sólo no le encontraba ningún sentido a ese tipo de lectura, como no se lo veo a las películas porno, e incluso me resultaba un poco inmoral. Y, ahora, aquí me veis. Enganchada a esta nueva moda…

Trilogía Crossfire
de

Se puede decir que la Trilogía Crossfire es una pseudocopia (por no llamar plagio) de las novelas de E.L. James. Lo que quiere decir que si su trilogía era una copia de Crepúsculo, la de Sylvia Day sería la copia de una copia. ¡Lo que puedo llegar a leer!